Ego Fatum

Reflexiones sobre el destino, la vida, la estética y la sabiduría trágica.

Acoger lo humano: Filosofía y humanidades en el pensamiento de Carlos Rojas Osorio


El gesto del acogimiento

“La educación debe favorecer ‘el horizonte abierto del pensar y del sentir’”

— Eugenio María de Hostos (citado en Rojas Osorio, 2025, p. 42)

Esta imagen del horizonte abierto —ese espacio sin fronteras donde el pensar y el sentir se despliegan libremente— constituye el umbral desde el cual podemos comprender la concepción de las humanidades y la filosofía en el pensamiento del profesor Carlos Rojas Osorio: un gesto que aquí propongo nombrar acoger lo humano.

Vale detenerse en esta palabra. Acoger proviene del latín accolligere: “recoger hacia uno”, admitir, dar refugio. Estos matices iluminan el talante filosófico de Rojas Osorio: su filosofía se ofrece como espacio de acogida para la pluralidad de respuestas humanas ante los interrogantes fundamentales, reconociendo la irreductible complejidad del ser humano sin pretensiones de certezas definitivas.

La filosofía, para Rojas Osorio, es ante todo sabiduría:

“un saber que se esfuerza en responder a interrogantes fundamentales que se hace el ser humano y para los cuales no hay ni una única respuesta ni una respuesta científica” (Rojas Osorio, 2025, p. 32).

Ante las preguntas esenciales —¿somos libres?, ¿cómo debemos vivir?, ¿qué sentido tiene la existencia?— la inteligencia humana no alcanza el consenso universal que logra en la ciencia. Y precisamente ahí reside la potencia y necesidad del filosofar.

En este ensayo examino esta concepción a través de tres textos: El asombro del pensar, La filosofía: sus transformaciones en el tiempo, y el reciente artículo “Idea de la filosofía”. Textos que articulan tres movimientos: primero, la filosofía como sabiduría que acoge la pluralidad de respuestas; segundo, la función crítica de las humanidades en la formación humana; tercero, el concepto de cronotopo para pensar filosóficamente desde nuestra circunstancia puertorriqueña y latinoamericana. A través de estos tres movimientos se revela el gesto fundamental: acoger lo humano en su constitutiva finitud y en su infinita capacidad de preguntar.

Acoger la pluralidad: la filosofía como sabiduría

La primera tesis de Rojas Osorio es clara: no existe “la” filosofía. En su artículo “Idea de la filosofía”, escribe:

“Se sabe que no hay la filosofía, sino una multiplicidad de respuestas filosóficas para un mismo interrogante” (Rojas Osorio, 2025, p. 32, énfasis en el original).

Este reconocimiento no es un defecto; es el punto de partida de una concepción que asume con honestidad intelectual los límites constitutivos de la inteligencia humana. La distinción con la ciencia pasa precisamente por ahí. La ciencia “llega a acuerdos intersubjetivos que le permiten defender sus teorías como universalmente válidas. En la filosofía sólo hay consensos entre los miembros de una misma escuela o tendencia filosófica” (p. 32).

La ciencia se apoya en el “conocimiento empiriológico”, es decir, en la articulación de matemáticas, observación controlada y experimentación que permite “resultados confirmables y aceptables por el consenso de la comunidad científica” (p. 36). La filosofía, en cambio, se ocupa de interrogantes que desbordan ese método; no porque ignore la experiencia, sino porque trata precisamente de aquello que no puede ser verificado empíricamente de una vez y para siempre. De ahí que “esta discrepancia no es una mera limitación de la filosofía, sino de la inteligencia humana” (p. 32).

Sabiduría frente a conocimiento científico

En este contexto se entiende por qué Rojas Osorio insiste en pensar la filosofía como sabiduría. Él precisa que:

“El término ‘saber’ es más amplio que ‘conocimiento’ o ‘ciencia’. […] La parte más teórica del saber es la ciencia, el conocimiento científico; en cambio, la parte más práctica es la sabiduría (que también implica teoría, pero en vistas a orientar la acción)” (p. 43).

Y añade: “La filosofía como sabiduría es un saber que implica valores éticos que puedan orientarnos en la acción” (p. 43). La tarea de la filosofía no es clausurar las preguntas con respuestas definitivas, sino hacer inteligible la existencia humana para poder vivirla mejor.

Esta idea no aparece aislada en el artículo reciente; está en continuidad con lo que ya había desarrollado en El asombro del pensar y en La filosofía: sus transformaciones en el tiempo. En este último, Rojas Osorio afirma que “la filosofía pretende expresar la experiencia de la realidad mediante razones, conceptos, argumentaciones” y la sitúa junto a la historia, la literatura, la ética y el arte dentro del campo de las Humanidades (Rojas Osorio, 2012, p. 16).

Las Humanidades, añade, nos ponen en contacto con “las más distintas valoraciones que los seres humanos hacemos” y hacen visible la experiencia humana en sus dimensiones activa, afectiva, cognitiva y valorativa (pp. 16–17). Así entendida, la filosofía es “una forma explícita de desarrollar una educación crítica” (Rojas Osorio, 2025, p. 42): un compromiso filosófico que interroga los fundamentos de lo que hay y de lo que valoramos, crítico e inserto en el ámbito de las humanidades.

El gesto de acogimiento

Desde aquí se comprende mejor el gesto de acogimiento. Acoger lo humano significa acoger nuestra condición de seres que se hacen preguntas fundamentales sin poder alcanzar una respuesta única y concluyente, pero necesitando orientación para actuar. La filosofía, como sabiduría, no elimina la pluralidad de respuestas; la hospeda. Reconoce que cada propuesta filosófica captura un aspecto del problema y que ninguna agota su complejidad.

Ante el interrogante sobre la libertad humana, por ejemplo, la tradición ha producido respuestas incompatibles que “tienen que ver con la ética, con la antropología filosófica, con la realidad o no del alma humana y en algunas versiones hasta con Dios” (p. 34). No hay una respuesta científica posible porque lo que está en juego es la comprensión misma de la naturaleza humana: su potencia de pensar y de actuar.

Aquí radica precisamente la noble y digna tarea de la filosofía: en reconocer esta pluralidad irreductible sin renunciar al rigor. Rojas no deriva de ella un relativismo cómodo, sino una exigencia de trabajo crítico para comparar argumentos, aclarar conceptos y hacer explícitas las consecuencias éticas de cada posición. La filosofía como sabiduría es así un gesto de acogimiento: acoge la pluralidad sin renunciar a la verdad, acoge la finitud humana sin cerrar el horizonte del pensar, acoge nuestra necesidad de orientación sin pretender respuestas definitivas.


Acoger la crítica: las humanidades y la formación humana

Si la filosofía no puede ofrecer respuestas concluyentes a los interrogantes fundamentales, ¿para qué enseñarla? ¿Por qué defenderla en las universidades y en las escuelas? La respuesta de Rojas Osorio es contundente: la filosofía “es una forma explícita de desarrollar una educación crítica” (Rojas Osorio, 2025, p. 42). Acoger lo humano significa cultivar la capacidad crítica como dimensión constitutiva de la persona, defender el ejercicio del pensamiento libre contra todo dogmatismo.

Como escribe Rojas Osorio:

“La filosofía enseña a dudar y a cuestionarlo todo, y esto es importante contra todo dogmatismo” (p. 42).

En esta misma línea, el profesor Raúl de Pablos Escalante nos recuerda que la filosofía es “un antídoto contra el dogmatismo”, contra aquel que “está aferrado a sus creencias y no puede cuestionarlas o sentirse cuestionado”. Como él mismo señala:

“En la medida en que un país desee evitar los excesos dogmáticos, que con facilidad llevan al fanatismo, sobre todo religioso y político, tiene en la práctica filosófica y en su educación una aliada tan potente como la experiencia de libertad a la que aspire” (De Pablos Escalante, 2025).

Este es el núcleo de su función educativa: no transmitir doctrinas que clausuren el pensamiento, sino cultivar la mirada sospechosa ante lo heredado y la capacidad de desenmascarar lo evidente. Esto es lo que Hostos denominaba favorecer “el horizonte abierto del pensar y del sentir”: un espacio sin dogmas, sin verdades impuestas, sin límites artificiales al ejercicio de la razón.

Contra la enseñanza dogmática

Rojas Osorio contrasta esta enseñanza filosófica con la manera en que frecuentemente se enseña la ciencia:

“Con frecuencia la ciencia se enseña dogmáticamente. Se omite la forma de argumentación compleja como un científico llegó a una determinada teoría, y se privilegian las conclusiones y las fórmulas matemáticas que la sintetizan” (2025, p. 42).

La filosofía, por el contrario, “enseña que hay formas muy diversas de llegar a conclusiones incluso con valor científico” (p. 42): la lección de la pluralidad de perspectivas, la imposibilidad de reducir el pensar a un solo método.

Pero la defensa de las humanidades no se agota en esta función crítica. Rojas Osorio señala que “las Humanidades cumplen en la educación la tarea de favorecer la formación de un ser humano completo” (p. 42). La persona humana no se reduce a sus capacidades técnicas o productivas; es también un ser ético que debe decidir cómo vivir, un ser estético que experimenta la belleza, un ser que se pregunta por el sentido de su existencia.

Esta concepción resuena con lo que Martha Nussbaum ha defendido:

“Si no insistimos en la importancia crucial de las artes y las humanidades, estas desaparecerán, porque no sirven para ganar dinero. Sólo sirven para algo mucho más valioso: para formar un mundo en el que valga la pena vivir” (Nussbaum, 2010, p. 143).

Las humanidades son condición de posibilidad para que la formación técnica misma tenga sentido humano; sin ellas, corremos el riesgo de construir un mundo donde solo imperen los intereses del capital.

Resistir la homogeneización neoliberal

En su artículo “Idea de la filosofía”, la crítica de Rojas Osorio al modelo educativo neoliberal es puntual:

“No debemos caer en la homogeneización capitalista, neoliberal, de defender una educación utilitaria recluyéndola sólo en la tecnociencia” (2025, p. 42).

Esta afirmación tiene una resonancia particular en nuestro contexto puertorriqueño y latinoamericano, donde las universidades están sometidas a presiones cada vez mayores para justificar sus programas en términos de empleabilidad y retorno económico inmediato.

Acoger lo humano significa resistir esta reducción instrumental: afirmar que la educación no puede medirse únicamente en términos de utilidad económica, que el valor de las humanidades radica en formar personas capaces de pensar críticamente, de apreciar la belleza, de reflexionar sobre la justicia, de preguntarse por el sentido de sus vidas. En una época caracterizada por la manipulación mediática y la circulación vertiginosa de información, un pueblo educado en la crítica es un pueblo menos susceptible a la manipulación.

Esta es la segunda dimensión del acogimiento: defender los espacios institucionales donde se cultiva el pensamiento crítico y la formación integral de la persona.


Acoger la circunstancia: el concepto de cronotopo

La tercera dimensión del acogimiento se articula a través de un concepto que me parece la aportación más fértil de Rojas Osorio: el cronotopo. Esta noción permite situar históricamente la filosofía sin caer en relativismos, reconocer la particularidad de cada pensamiento sin renunciar a la universalidad de la razón. Como afirma nuestro profesor en una entrevista publicada en Diálogos: “Toda filosofía nace en un suelo cultural determinado”, pero este enraizamiento no impide que sus frutos se esparzan más allá del suelo donde germinaron.

Del concepto bajtiniano al pensamiento situado

Rojas Osorio toma el concepto de cronotopo del filósofo ruso Mijaíl Bajtín, “quien lo aplicaba, principalmente, a las obras literarias en cuanto que es indispensable situar a sus autores en su espacio geográfico y en el tiempo histórico en que escribieron” (Rojas Osorio, 2025, p. 43). Pero nuestro autor extiende esta categoría a la filosofía misma: ningún pensamiento surge en el vacío, todo pensamiento tiene un suelo, una circunstancia que lo nutre y lo hace posible.

La metáfora es luminosa:

“Descartes usó la metáfora del árbol del saber, las raíces constituyen la filosofía, el tronco la física y las ramas las demás ciencias. Pero las raíces necesitan de un rico suelo que las nutre y hace posible su vitalidad” (p. 43).

Ese suelo es el cronotopo: “la circunstancia histórica, tanto de pensamiento como de la realidad social, económica y política” (p. 43). Y aquí la tesis crucial: “nadie escapa a un suelo determinado, a un cronotopo en que se forma y desarrolla el pensamiento” (p. 43). Incluso los pensamientos que se pretenden más universales están enraizados en circunstancias concretas: “Los problemas que se plantea Platón tienen su suelo en la situación política de su querida Atenas” (pp. 43-44).

Pero —y este “pero” es decisivo— el hecho de que un pensamiento se nutre desde un suelo determinado “no impide su posible verdad; los frutos de una planta se esparcen más allá del suelo en que se desarrolló” (p. 44). Esta es la clave: la universalidad es siempre situada, se alcanza desde una particularidad, no negándola.

En La filosofía: sus transformaciones en el tiempo, Rojas Osorio desarrolla esta idea mediante el concepto de geofilosofía: hay un “desarrollo histórico y un desplazamiento geográfico” de la filosofía (p. 44), pero —advierte— “esto no constituye un nacionalismo filosófico, pues las naciones son entidades políticas y jurídicas modernas” (p. 44).

Pensar desde Puerto Rico y América Latina

La aplicación más potente de esta idea se da cuando Rojas Osorio reflexiona sobre la posibilidad de pensar desde Puerto Rico y desde América Latina.

“La filosofía ya no puede ser eurocéntrica. La filosofía puede hacerse, y se hace, desde cualquier lugar del planeta” (p. 52).

Este descentramiento no es un rechazo de la tradición europea, sino un reconocimiento de que “la filosofía en la era mundial plantea problemas nuevos: la crítica del colonialismo pensada desde la experiencia decolonial, la crítica de toda forma de racismo, la ecofilosofía como pensamiento planetario” (pp. 52-53).

Como afirma:

“hoy tenemos la oportunidad de ser auténticamente universales, es decir, planetarios, sin que la universalidad signifique un particularismo localista” (p. 53).

Hacer filosofía desde Puerto Rico no significa inventar una “filosofía puertorriqueña” cerrada sobre sí misma, sino pensar los problemas universales desde nuestra circunstancia, reconociendo que todas las culturas “con sus mitos, sabidurías, saberes literarios y científicos” (p. 53) tienen derecho a participar en la conversación filosófica universal.

La verdadera universalidad no es la imposición de una perspectiva disfrazada de universal, sino el diálogo entre múltiples perspectivas enraizadas en sus suelos. Esta tercera dimensión del acogimiento completa el círculo: acoger la pluralidad de respuestas, acoger la función crítica de las humanidades, acoger las múltiples circunstancias desde donde brota el pensamiento.


El horizonte abierto como resistencia

Volvamos al inicio. “La educación debe favorecer ‘el horizonte abierto del pensar y del sentir’”, nos recordaba Hostos. Este horizonte abierto que Rojas Osorio reivindica no es un lujo intelectual; es una necesidad política y humana en tiempos de “homogeneización capitalista, neoliberal” que reduce la educación a su utilidad tecnocientífica (p. 42).

La filosofía de Rojas Osorio es un gesto de resistencia: contra la reducción de la educación a adiestramiento técnico, contra el eurocentrismo que niega voz a otras tradiciones, contra el dogmatismo que clausura el pensamiento. Acoger lo humano significa defender el derecho de cada persona a preguntarse por el sentido de su existencia, a cultivar su sensibilidad, a pensar libremente.

Gracias, profesor Rojas Osorio, por enseñarnos que hacer filosofía es acoger lo humano: acoger su pluralidad, su necesidad de formación integral, su circunstancia particular sin renunciar a lo universal. Por mantenernos abierto ese horizonte del pensar y del sentir cuando todo conspira para cerrarlo.


Referencias

Rojas Osorio, C. (2000). El asombro del pensar.

Rojas Osorio, C. (2012). La filosofía: sus transformaciones en el tiempo. Editorial Universidad de Puerto Rico.

Rojas Osorio, C. (2025). Idea de la filosofía. Diálogos56(115), 31–54. Recuperado a partir de https://revistas.upr.edu/index.php/dialogos/article/view/21959

Nussbaum, M. (2010). Sin fines de lucro: Por qué la democracia necesita de las humanidades. Katz Editores.

De Pablos Escalante, R. (17 de septiembre de 2025). Antídoto contra el dogmatismo. El Nuevo Día. https://www.elnuevodia.com/opinion/punto-de-vista/antidoto-contra-el-dogmatismo


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